miércoles, 21 de octubre de 2009

Partículas Salvajes.

Ángel Castaño Guzmán

¿No habrá manera de que Colombia, en vez de matar a sus hijos, los haga dignos de vivir?

Gonzalo Arango.

Los siete años de Álvaro Uribe en la presidencia están marcados por numerosos escándalos de corrupción. Las grabaciones de funcionarios del ministerio de Transporte pidiendo coimas a cambio de favores en los procesos de licitación, las más que comprobadas desmesuras del DAS, la habitual presencia de emisarios de criminales en las oficinas de la Casa de Nariño, son algunas perlas en el amplio prontuario de la impostura. Los traspiés del actual gobierno, más que hechos aislados, evidencian el aterrador grado de descomposición de la clase política colombiana. El uribismo es un pie de página en una historia signada por la miopía dirigente y el estrepitoso fracaso de un proyecto nacional incluyente y democrático. Uno tras otro los blasones presidenciales se desploman ante la impávida mirada de la ciudadanía. La Seguridad Democrática ha demostrado serias fisuras que ponen en duda su eficacia: los cinco millones de desplazados por la violencia no pueden retornar a sus parcelas pues se hallan en manos de testaferros del paramilitarismo; el incremento de la inseguridad en las ciudades es el resultado lógico de la agudización del desempleo. La pobreza crece hasta alcanzar cifras pavorosas mientras gran parte de la inversión estatal cae en la garganta sin fondo de la maquinaria bélica. Los 307 millones de pesos recibidos sin contraprestación por la ex reina de belleza Valerie Domínguez para implementar un sistema de riego en una propiedad de un boyante gamonal son el ejemplo perfecto de las preferencias del gobierno nacional. El dinero salió del bolsillo de los colombianos para engrosar la cuenta bancaria de una familia terrateniente de la Costa. Eso es inadmisible en un país con 20 millones de personas viviendo con menos de dos dólares diarios. Regalarles subsidios a los ricos, los mismos que financiaron la campaña presidencial de Uribe, mientras los campesinos sufren las embestidas de la crisis económica, es antidemocrático. Por eso, y por las ejecuciones extrajudiciales, no es apropiada una segunda reelección para la salud de las tradiciones republicanas.

2) La frase de un relato de Roberto Bolaño resume los marchitos sueños de América Latina. Hermana de aquella con la que concluye la Vorágine, la del chileno parece sacada de un macabro filme: “de la verdadera violencia no se puede escapar”. Prófugos de una sociedad de altos muros y pocos puentes, los colombianos asistimos al incesante festín del exterminio. Los informes de las ONG sobre el nada alentador panorama de los derechos humanos engrosan el cada vez más abultado registro de la infamia. Las anteriores generaciones fueron inferiores al compromiso histórico de construir una comunidad distinta, no más técnica ni desarrollada, sólo más humana. El siglo XX hasta la saciedad mostró la futilidad de los vuelos intergalácticos sí en las calles miles de infantes encuentran en el pegante el único sustento. Los avances de la globalización son fuegos fatuos en un mundo en que el éxito consiste en la sistemática acumulación de capital. Los nacidos en pleno colapso comunista no dan señales de buscar el cambio. Los vistosos anzuelos de la publicidad alejan la atención pública de los temas de importancia. Nación paradójica, Colombia celebra hasta la extenuación las pírricas victorias del conjunto tricolor, pero entierra en la amnesia el llanto de las madres. La vida es innegociable y no hay peor profanación que reducirla al papel de mercancía. Pedro Casaldáliga retrató muy bien los estropicios del capitalismo al decir que estamos en la prehistoria de la humanidad.

1 comentario:

Atherida dijo...

Visito su blog de vez en cuando. No deja de sorprenderme que apenas haya comentarios a sus audaces e interesantes crónicas y reflexiones. Hoy venzo la timidez, dejando por fin mi comentario. Le felicito por su capacidad de análisis crítico y por el espíritu independiente, tan escaso en estos tiempos.

Un cordial saludo.