jueves, 29 de enero de 2009

Sexo Virtual.

La historia de una menor que recibió propuestas indecentes por el Chat.

Abrió el chat. En clase había convenido con Andrea la hora en que ambas se conectarían. Cincuenta mensajes recibidos, casi todos cadenas de información y publicidad. Andrea inició la sesión con cuatro minutos de retraso. Mientras tanto, miró perfiles de las personas que pedían ser incluidas en la lista de contactos. Gente desconocida, casi toda cercana a sus amigas del colegio. Andrea la saludó con un comentario que la dejó de una sola pieza: Mario quiere hablar contigo. Mario era el niño que, días atrás, le había pedido que fuera su novia. Tímida, le dijo que esperara unos días, que lo iba a pensar. Consultó con la mamá. Ésta, al saber que el pretendiente era cuatro años mayor que la hija, la disuadió. Pero ella seguía interesada en él. “Mario tiene unos ojos muy bonitos, los más bonitos del colegio. Además sabe tratar a las mujeres con respeto. Es muy decente”.
El aviso de la conexión de Mario apareció en la pantalla del computador. Inició la conversación con pregunta casual. Miró la foto. Tenía razones para que las piernas le temblaran. Preguntó por un profesor del colegio y las tareas de geometría. Nada fuera de lo normal. Mario se excusó. Dijo que tenía que hacerle un mandado a la mamá, que en veinte minutos volvía. Insistente, miró el reloj cada tanto. El segundero, pesado, caminada con lentitud que exaspera. La pregunta de Mario, al reiniciar la sesión, la desconcertó: ¿qué llevas puesto? El uniforme del colegio. ¿Por qué no te lo quitas? Por qué debería hacerlo. Porque te lo pido”.
Extrañada, pensó que se trataba de un juego. La conversación cambió de cariz cuando Mario le dijo que estaba desnudo, que ella debería quitarse la ropa.
“Deseo que estés cerca, que te sientas bien a mi lado. Pasemos rico. Quiero darte un beso y tocarte las piernas.” A sus catorce años nadie le había insinuado nada parecido. Tres novios en el colegio y ninguno se sobrepasó. Ella, asustada, le dijo que se volviera serio, que la broma no tenía gracia. Alguien tocó la puerta. Abrió. Era Mario. Desorientada, le mostró la conversación. Él, furioso, le señaló como la dirección del correo era distinta a la suya. Al final un número de más. El desconocido que le propuso tener sexo virtual, seguía escribiendo lisonjas. Ella, al ver a Mario a su lado, cerró la sesión. Llamó a la mamá y le contó todo. Ésta, al conocer lo ocurrido, mandó a cancelar el servicio de Internet y acompaña a la hija cada que va a una café Internet.

2 comentarios:

Flores Literarias dijo...

hola Angel tu cronica ya la subieron a comunidadarmenia.blogspot.com; sin embargo quedaron de corregir el tamaño de la letra

Anónimo dijo...

Muy bueno tu relato. Seguirás creciendo como escritor y como documentalista. Éxitos.

De la Cuesta 13